En el libro Cómo Sentimos: Sobre lo que la neurociencia puede y no puede decirnos acerca de nuestras emociones, el neurocientífico de origen italiano Giovanni Frazzetto nos presenta una fascinante introducción a las emociones y su trasfondo científico. En este libro, cada capítulo está dedicado a una emoción concreta: desde las más negativas (que también son las mejores comprendidas y estudiadas por la ciencia) como la ira, la angustia, el miedo o la tristeza, hasta aquellas emociones más positivas relacionadas con el bienestar. Todas ellas se presentan atendiendo una de las tesis fundamentales del libro: si hubo un tiempo en el que se interpretaba que la emoción y la razón eran dos procesos de naturaleza distinta e independiente, ahora sabemos que ambos están estrechamente interrelacionados entre sí.
En este sentido, el autor emplea una interrelación constante para hilvanar su narración, ya que Frazzetto no solo nos presenta estudios neurocientíficos de relevancia actual, sino que echa la vista hacia atrás para realizar recorridos históricos sobre el conocimiento de las emociones a través de eminencias como Platón, Freud, Heidegger y Ramón y Cajal. Así, Frazzetto nos muestra creencias del pasado, junto con sus aciertos y errores, para reflexionar y advertirnos sobre los malos usos que pueden hacerse sobre la ciencia del cerebro en la actualidad.
Estos abusos que Frazzetto advierte parten de prácticas que se han hecho comunes en el mundo moderno, como los abusos en la prescripción de medicamentos para tratar trastornos mentales, y sus métodos de diagnóstico. Otros ejemplos notables que el autor menciona con un tono de inquietud son los paralelismos entre la teoría de los humores de Hipócrates y los algoritmos usados por las webs de citas para emparejar a sus usuarios.
A partir de estas premisas se llega a la conclusión de que no todo es tan simple como asumir que una depresión se debe simplemente a un bajo nivel de serotonina, ni tampoco que un gen aislado sea el responsable de nuestra conducta, ni que una resonancia magnética sea capaz de revelar qué estamos sintiendo. Para darnos una idea, las herramientas actuales de la ciencia médica no podrían revelar mayor detalle sobre el funcionamiento de la mente humana, de lo que adivinaríamos sobre los sentimientos de un grupo de personas al divisar sus siluetas desde lo alto de una torre.
Lo que sí puede demostrar la neurociencia es que gracias a la plasticidad del cerebro podemos ejercer control sobre nuestras emociones, o al menos entrenar la mente para llegar a hacerlo si la condicionamos para modificar ciertos patrones de conducta. De esta manera, no podremos controlar el cúmulo de fuerzas externas que nos rodean: no podremos evitar las crisis económicas, ni acontecimientos duros como la muerte de un ser querido o una ruptura amorosa; pero sí podremos controlar nuestra respuesta emocional ante estas experiencias. Además, necesitamos nuestras emociones para reforzar el aprendizaje, la memoria, nuestra capacidad de reflexión y la toma de decisiones, ya que la incapacidad de experimentar estas emociones por nosotros mismos afecta todos estos procesos. Desde los argumentos expuestos en el libro, podemos inferir que la teoría actual en neurociencias explica elementos que sólo son verdaderamente accesibles desde la práctica y nuestra experiencia de vida. En definitiva, este es un libro bastante recomendable lleno de datos interesantes de tipo científico, histórico, filosófico, artístico y, sobre todo, muy humano.
Un comentario
Me parece un excelente libro que despierta mi interés y curiosidad, pero a la vez confirma lo que pienso al respecto de las emociones y la plasticidad.